Un primer ministro ya es recuerdo aunque
aquél era pretérito ambulante y, a veces, con voz. Bastó que doña Metiche, no
funcionaria, no elegida, sin responsabilidad pero con personal y dineros
copiosos y disimulados de los impuestos de los peruanos para su desembozada
campaña electoral, le bajara el dedo y ¡sanseacabó! la aventura en el gabinete.
Un insolente ministro de Economía
enmienda la plana urbi et orbi al ex adalid del gabinete y como premio ¡le
vuelven a nombrar en la misma cartera y con acrecentadas responsabilidades y a
eso le llaman "estabilidad"! ¿Para los bolsillos populares? ¡Bah!
La Corte Internacional de Justicia nos
revela y confirma la sospecha de años atrás que la claudicación de nuestros
gobiernos y diplomacia forjaron una frontera marítima explícita, implícita
-como se la quiera llamar- y el firmante de las notas proditoras de 1968-69
está feliz e intocable por tirios y troyanos que no repudian ni llaman al
traidor por su nombre. ¡Silencios que inculpan!
Don Manuel González Prada escribió con
puntería que remonta décadas y supera siglos.
Lo único permanente y trágico en Perú es
la incapacidad de su gente de criticarse sin piedad y fusilar a sus apóstatas.
Los resultados están a la vista en estos mismísimos días.
Leamos.
"La historia de muchos gobiernos
del Perú cabe en tres palabras: imbecilidad
en acción; pero la vida toda del pueblo se resume en otras tres:
versatilidad en movimiento.
Si somos versátiles en amor, no lo somos
menos en odio: el puñal está penetrando en nuestras entrañas i ya perdonamos al
asesino. Alguien ha talado nuestros campos i quemado nuestras ciudades i
mutilado nuestro territorio i asaltado nuestras riquezas convertido el país
entero en ruinas de un cementerio; pues bien, señores, ese alguien a quien jurábamos
rencor eterno i venganza implacable, empieza a ser contado en el número de
nuestros amigos, no es aborrecido por nosotros con todo el fuego de la sangre,
con toda la cólera del corazón.
Ya que hipocresía i mentira forman los
polos de la Diplomacia, dejemos a los gobiernos mentir hipócritamente jurándose
amistad i olvido. Nosotros, hombres libres reunidos aquí para escuchar palabras
de lealtad i franqueza, nosotros que no tememos esplicaciones ni respetamos
susceptibilidades, nosotros levantemos la voz para enderezar el esqueleto de
estas muchedumbres encorvadas, hagamos por oxijenar esta atmósfera viciada con
la respiración de tantos organismos infectos, i lancemos una chispa que inflame
en el corazón del pueblo el fuego para amar con firmeza todo lo que se debe
amar, i para odiar con firmeza también todo lo que se debe odiar." (Discurso
en el Politeama, 29-7-1888, Manuel González Prada).
"Los almuerzos suceden a los
almuerzos, los lunches a los lunches, las comidas a las comidas, las cenas a
las cenas. Se engulle sólidos y se bebe líquidos a punto que bajo el lema de
Vida Social o Notas Sociales, los diarios
serios han abierto una
sección especialmente consagrada a contarnos dónde funcionan con mayor
actividad las cucharas, los tenedores y las copas. Hay la bolsa culinaria, como
hay la bolsa mercantil.
Los banquetes a los verdaderos y a los
falsos personajes se repiten con frecuencia que raya en lo maravilloso, en lo
inverosímil. Al pobre Candamo, con ofrecerle tanta comilona, le apresuramos su
viaje para el otro mundo, a Menéndez Pidal le hicimos conocer indigestiones más
serias que las producidas por el garbanzo y el gazpacho, a Sáenz Peña le dimos
razón para sostener que una batería de cocina puede hacer tanto mal como una de
Schneider-Canet, a Root no le derribamos de una buena enteritis por haber
tenido la feliz idea de salvarse a tiempo. Vivimos en perpetuas bodas de
Camacho. En las cinco partes del mundo no hay hombres más atareados que los
marmitones de nuestros clubs y de nuestros hoteles. Las quijadas de muchas
gentes han resuelto el problema del movimiento continuo, los vientres de muchas
personas han denunciado profundidades mayores que las del Océano Pacífico.
Algunos dan señales de convertirse en
sacos digestivos con el accesorio de tentáculos para coger la presa; otros
andan en camino de volverse monstruos acéfalos y llevar en ambos hemisferios un
simple conato de circunvoluciones cerebrales.
Banquete al pasado y al futuro jefe de
la Nación, banquete al senador y al diputado electos, banquete al nuevo juez de
Primera Instancia, banquete al vocal últimamente jubilado, banquete al militar
ascendido ayer, banquete al financista que llega, banquete al Encargado de
Negocios que prepara su viaje, banquete al ganante de un premio en la lotería,
banquete al héroe de heroísmos venideros, banquete al joven sesentón que piensa
abandonar la vida de soltero. Todo el mundo disfruta de su banquete, menos las
pobres mujeres que, sin embargo, tendrían derecho a la reciprocidad, ya que
prodigan tantos beneficios y tantas gollerías a nuncios, delegados, arzobispos,
obispos, canónigos, etcétera. Bien merecerían su convite las piadosas damas que
suministran leche pura a los hijos legítimos de uniones católicas, mientras no
darían ni agua con visos o amagos de leche a los hambrientos mamones concebidos
en la inmundicia del pecado.
Ese banquetear de Lima (digamos de una
fracción limeña) contrasta con la miseria general del país, da la falsa nota de
regocijo en el doloroso concierto del Perú, es un escarnio sangriento a los
millares de, infelices que tienen por único alimento un puñado de cancha y unas
hojas de coca. Vemos la prosperidad de una oligarquía, el bienestar de un
compadraje; no miramos la prosperidad ni el bienestar de un pueblo. Lima es no
sólo, el gran receptáculo donde vienen a centralizarse las aguas sucias y las
aguas limpias de los departamentos: es la inmensa ventosa que chupa la sangre
de toda la Nación. Esas quintas, esos chalets, esos palacetes, esos coches,
esos trajes de seda y esos aderezos de brillantes, provienen de los tajos en la carne del pueblo, representan
las sangrías administradas en forma de contribuciones fiscales y gabelas de
todo género. Merced a las sociedades anónimas, todo ha sido monopolizado y es
disfrutado por un diminuto círculo de traficantes egoístas y absorbentes. Fuera
de ellos, nada para nadie, lo mismo en los negocios que en la política, salvo
haciendo los postulantes el sacrificio de convicciones y dignidad. Consigna -la
abyección y la obediencia." (Nuestros ventrales, Horas de Lucha,
González Prada, 1908)
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